martes, 27 de septiembre de 2011

LA FALACIA DEL PENSAMIENTO POSITIVO

     Llevaba tiempo queriendo abordar este tema, por lo que me toca directamente, y porque había leído algo sobre ello este verano que, por fin, me pareció cabal, frente a todas las sandeces que retumbaban últimamente a mi alrededor.
     Esta mañana, buscando sobre ello en la red, he dado con este fantástico artículo de Ramón Muñoz para El País. La verdad es que me queda poco que añadir y prácticamente suscribo todo que dice, porque leerle ha sido casi como si las palabras brotaran de mí misma (pero con más estilo y rigor, claro…).
     Al leerlo han resonado en mi cabeza frasecitas del tipo “hombre, a peor no vamos a ir, así que si no vamos a mejor, a malas, nos quedaremos como estamos”, muchos de cuyos defensores ahora pronuncian el “¡¡¡virgencita, virgencita…que me quede como estoy!!!”. Algunas de esas personas han perdido su empleo, otros han cambiado de trabajo a un puesto de menos categoría profesional, amén de un sueldo inferior, a algunos les han subido las hipotecas y a casi todos el agua, la luz y el gas. Otros hemos pasado por  cursos de formación con prácticas no remuneradas,  nos hemos reciclado en idiomas y dios sabe qué otras materias. Incluso hemos pasado por el desgaste psíquico y físico de una oposición….Y aquí seguimos; igual…o peor. Sí, peor. Y por mucho que pensemos que las cosas van a ir mejor, por mucho que adoptemos una postura de optimismo, por mucho que incluso nos visualicemos cada día en una situación mejor y de verdad hagamos fuerza con los ojos repitiéndonos “voy a encontrar un buen trabajo, voy a curarme, voy a encontrar al hombre de mi vida, voy a quedarme embarazada…etc”, oye, no sé qué pasa, pero nada, no surte efecto. 
    ¿Cómo es posible? Pero ¿no nos habían dicho que ser optimistas y creer en que las cosas realmente ocurrirán, es el fundamento que comienza a mover el engranaje? Pues no, al menos no necesariamente. Está claro que si no sales a menudo y procuras relacionarte con gente nueva, es improbable que el hombre de tu vida llame a tu puerta de casa, pero por mucho que aceptes invitaciones a fiestas, saraos, cenas e incluso estés abierto a citarte a ciegas…el hombre de tu vida puede no llegar, igual que el trabajo de tu vida, la casa de tus sueños o el ansiado churumbel.
    Desde luego, esto es más duro de aceptar que lo contrario, pero en el fondo, a mi entender, mucho más sano. Hay quien piensa que, pase lo que pase, es mejor vivir en el espejismo de la falacia positiva, pues al final, la realidad no es más que lo que nosotros vivimos y construimos con nuestros propios pensamientos…hasta que un día la realidad llama a nuestra puerta y no es precisamente en forma de Richard Gere con un ramo de flores. ¿De verdad alguien cree que puede cambiar el curso de los acontecimientos solo con desearlo o creerlo con fuerza? Me sorprende que este infantilismo esté tan arraigado en personas adultas. Por supuesto que la actitud que adoptemos ante las cosas que nos ocurren es importante y, muchas veces, incluso muy influyente. Por supuesto que no es lo mismo quedarse en casa en el sofá que intentar hacer algo para mejorar nuestra situación, pero no siempre, es más, de hecho muchas menos veces de las que nos gustaría, esa mejora está en nuestras manos, aunque resulte mucho más alentador aferrarse a lo contrario.
     Estoy pensando, sobre todo, en lo que el artículo menciona con respecto al cáncer, cómo se ha extendido la idea de que con fuerza de voluntad y ganas de superación uno puede “ganarle la batalla”, como si la metástasis de un tumor fuera una cuestión de optimismo, y las células tumorales se plantearan si estás lo suficientemente motivado contra la enfermedad antes de seguir reproduciéndose… Puede sonar un poco fuerte pero, señores, la gente muere por enfermedades, y si muchos no lo hacen (cada día menos afortunadamente), no es gracias a sus ganas de vivir, sino a los fantásticos avances científicos y tecnológicos. ¿O acaso los que mueren son entonces culpables de no haber puesto empeño suficiente en su curación?
     Y ahora que todo el mundo me tendrá por una pesimista redomada, diré en mi favor y en el de todo los que piensan como yo a este respecto, que por suerte aún los hay, que de pesimismo nada monada…pero de optimismo bobalicón tampoco. Diré que somos personas realistas, a las que a veces nos gusta pensar que las cosas irán bien pese a todo y aún a sabiendas de que las posibilidades son bajas, porque sí, “a veces” se vive un poco mejor aferrándose a una posibilidad pequeñita que asumiendo todo el rato una evidencia aplastante, pero que no somos tan ingenuos como para hacer de ello un credo o una fórmula vital. Diré a nuestro favor que no somos unos vagos por estar en el paro y que no es verdad que “para el que quiere: trabajo hay”,  porque  4.130.927 no estamos porque queramos.  Diré que no nos tragamos el rollo ése del reciclaje profesional, porque a lo mejor no valemos para hacer otra cosa que aquello para lo que nos hemos formado y no nos parece razonable ni aceptable, una sociedad en la que  despachan el pescado  ingenieros de caminos o historiadores del arte. Diré que no vemos la botella medio llena ni medio vacía sino, como ya dije aquí: por la mitad. Y diré también que dejar de imponer tantas categorías a las cosas, y empezar a mirarlas con un poco más de objetividad y sencillez, es un ejercicio tan racional como liberador. Nadie que yo conozca (siempre puede ser que de todo haya…), está voluntariamente parado pasando apreturas económicas, ningún enfermo empeora por deseo propio y tampoco hay mujer deseosa de ser madre que ceje en el empeño de concebir.
     Pero claro, según todos estos rolleros charlatanes del pensamiento positivo, no somos más que unos escépticos, y ese escepticismo es precisamente lo que frena nuestras posibilidades, nuestro avance y nuestra felicidad… ¿iremos también al infierno?
Por cierto, me encanta esta viñeta, pero he olvidado de dónde la saqué...uupppsss.

¡¡¡FELIZ SEMANA A TODOS!!!

jueves, 22 de septiembre de 2011

MUUUUUUUCHA MIUCCIA

     Cautivada estoy con la colección de Prada para este otoño-invierno... Esta Miuccia es muuuuuuuuuuucha Miuccia...nunca dejará de sorprenderme...
Esto de las "lentejuejas" de plástico tipo escama de pez..: lo máximooooooo!!!!
 La inspiración Mondrian...en fin, en fin... aaaaahhhhhhh
El rollo Chuwaka me va un poco menos, pero no por ello me parece menos genial.
 Y bueno...para los zapatos, bolsos, guantes y gafas...NO tengo palabrasssssssssss...
 Estoy un poco dudosa...
 No sé si pedirme este bolso blancooooooo oooooooohhhhhhhh ohhhhhhhhhh ohhhhhhhhhhh
O estas sandalias ...  ¡¡¡¡¡¡¡¡JAJAJAJAJAAAAAA!!!!!!!!

 Y digo yo...señores de Inditex y compañía...¿no resulta todo esto MUUUUUUUUUUUYYYYY INSPIRADOOOOOOORRRRR? ¿A que sí ehhhhhh? Jejejejejjejejej...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

OTOÑO

     Pues sí, oficialmente ya es Otoño, la estación más bonita del año… si no fuera porque es la antesala del invierno.  Y bueno, tampoco nos cebemos con el invierno, que en el fondo, como todas las estaciones, también tiene su aquél; acurrucarse dentro del abrigo sentado bajo la marquesina del autobús, agarrarse a una taza de caldo caliente en la puerta de un bar o tomarse un café en el sofá con calcetines gordos y pijama de franela, son cosas que no tienen precio, y no podríamos disfrutarlas si el tiempo no nos maltratara un poco un par de meses al año. Lo malo del invierno es que suele quedarse más de un par de meses, incluso suele hacer de las suyas dando coletazos hasta bien entrada la primavera…o el verano...
     Pero bueno, ahora lo que toca son días templados, algo de lluvia suave, cafés vespertinos en terracitas valientes con la rebeca sobre los hombros y un poco de descanso para los pies maltrechos por las tiras de sandalias imposibles. Vuelta a los vaqueros, las gabardinas y, quizá ya en un par de semanas, a mis, tan odiados como amados, pantys.
     Hoy hace un día de otoño estupendo, corre brisa fresca pero luce un sol radiante en un cielo azul rosado… ¿hace un cafelito?
                 Eso sí...el segundo, mucho mejor en una terracita ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ al rico sol otoñaaaaaal !!!!!!!!!

sábado, 17 de septiembre de 2011

SEPTIEMBRE, SEPTIEMBRE.

     Septiembre es un mes paradójico, por un lado está lleno de propósitos y “supuestas” energías renovadas para volver a la cotidianidad o emprender  nuevos proyectos, pero por otro, reconozcámoslo, es un mes de bajón, un mes bastante depresivo en el que volver a la rutina, el trabajo y las luchas diarias, no ayuda precisamente a superar la progresiva falta de luz y temperatura (eso en el mejor de los casos, suponiendo que haya un trabajo al que volver…).
   En teoría, no debería ser así. Septiembre es un mes bonito, los días aún son lo bastante largos como para disfrutar la vida al aire libre, las temperaturas dejan de ser estrictamente calurosas para devenir agradables y templadas. Si hay suerte… es de los meses menos lluviosos del año, menos incluso que Julio y Agosto, aunque esto varía mucho según latitudes, claro. La luz va tornando del amarillento estival  a un rosa azulado que será cobrizo en Octubre.  Aún quedan flores coloreando el paisaje y los capullos de las camelias empiezan a despuntar.
    UUUuuuufffff, todo esto es muuuuuuy bonito, pero la realidad es que sobrevivir a Septiembre no es tarea fácil, sobre todo si no se puede optar por ninguno de los planes A, B o C:
-          Por plan A entendemos estar de vacaciones, sin el agobiante calorreo de los meses precedentes, lo cual hace de éste el plan perfecto y mayormente deseable.
-          Con plan B nos referimos a no haber gastado un céntimo en rebajas ni vacaciones, y disponer de una visa bien boyante para renovar el armario, el zapatero, el tocador o incluso el salón y la entrada (compras, compras, compras, en resumidas cuentas).
-          Y el plan C no consiste en otra cosa que en una mezcla de seguir disfrutando de jornada continua, vivir cerca del mar o bien tener un ático urbano con terraza y que tus amigos no estén de vacaciones y quieran pasar contigo el trance de este mes tan bendito como maldito.

     Sí, lo sé, ninguna de estas opciones es sencilla ni asequible para la mayoría de nosotros, pero nadie dijo que lo fuera…
     Al fin y al cabo ya estamos a más de mitad de mes, y Octubre ya son palabras mayores...

martes, 13 de septiembre de 2011

LOST IN TRANSLATION

     Siempre digo que no entiendo a la gente a la que le gustan los hoteles. Es cierto que está bien pasar una noche de vez en cuando en un hotelito con encanto y olvidarte de tu casa, pero cuando la cosa va más allá de una noche por placer o cuando el placer va con presupuesto limitado...de encanto nada monada. Los hoteles se convierten en lugares de soledad y extrañeza, a donde llegas después de una reunión, una entrevista, un exámen, un congreso o lo que sea, y resulta que tienes que cenar un "takeaway" encima de la cama viendo un canal de televisión en otro idioma, tienes que lavarte el pelo con gel porque no han puesto botecito de champú y en lugar de irte a la cama con tu tacita de infusión como postre, tienes que vestirte para bajar a la máquina de vending y sacar cualquier porquería industrial por un ojo de la cara. En la calle hay demasiado ruido de tráfico y odias dormir con aire acondicionado...
     Si además de todo esto, resulta que estás en el hotel de "acompañante de", el resultado es Lost in Translation total... Descansas en el hotel hasta que te cansas de descansar. Te pateas la zona hasta que te hartas de sentirte caminando sin rumbo. Fotografías cualquier esquina hasta que las has fotografiado todas. Entras en las tiendas hasta que no tienes más que comprar. Paseas, paseas y paseas, mirando el reloj cada diez minutos sin que el tiempo parezca preocupado en avanzar, hasta que por fin suena el móvil y te diriges voluntariamente a un punto.
     En fin, aquí una pequeña pista de mi particular Lost in Translation...pero sin el tipazo de la Johansson...cachissssssss...

    Tenía unas reflexiones estupendas sobre Septiembre, pero como soy así de súper organizada y la tecnología va un paso por delante de mí (o dos, o tres, o cuatro...), pues me he dejado mi portátil im-portable en casa con la parrafada dentro, aparte de el cablecito de la cámara para descargar las fotos...aaaaiiinnnnssss...¡¡con la de actualizaciones que podía haber hecho!!

¡¡¡FELIZ SEMANA!!!








lunes, 5 de septiembre de 2011

CRISIS, CRISIS, CRISIS...31 Y SUBIENDO...

     Pues no, por una vez entre un millón en los últimos dos años, no me refiero a la coyuntura económica en la que estamos envueltos; no. Me refiero a la supuesta crisis que se produce, sobre todo en las mujeres, a la entrada de la treintena. ¿Que por qué hablo de esto ahora si ya los cumplí hace casi dos años? Pues porque cada uno tiene las crisis cuando le place, eso por una parte, y por otra, porque el temita me lo ha traído a colación uno de esos gloriosos artículos de las revistas de moda y belleza… claro que eso me pasa por comprarlas, dicho sea de paso…
     El reportaje en cuestión, aparece en el número de Septiembre de la revista Glamour, y aunque no está exento de ciertas verdades, me rechina en los oídos el tono general del artículo, por no mencionar  algunas supuestas conclusiones o consejos como “que vivas siempre como si estuvieras en la veintena”.  ¡¡Dios nos coja confesaos!! Sólo de imaginarme un mundo lleno de mujeres actuando como veinteañeras…se me ponen los pelos de gallina…y, ojo, no lo digo porque tenga un liviano concepto de las mujeres que se hayan en la veintena, sino porque tengo, sí, he de reconocerlo, uno más elevado de las que superan dicha edad.
  Pero lo que más me ha sorprendido y, reconozcámoslo, repateado, de este artículo, han sido afirmaciones del tipo “lo que me encanta es mi secadora, mi carrera, mi inteligencia, mi independencia y todas esas cosas que he logrado gracias a tener 30 años” o “los 30 no deben asustarte. Tienes por delante una nueva década con la que trabajar. ¡Y esta vez estás preparada! Tienes tus estudios, llevas años trabajando y sabes qué puedes hacer con tu pelo (y qué no)”.  Supongo que como yo no tengo secadora, mi título de licenciada me mantiene en las listas del paro, soy, por lo tanto, todo menos independiente, sólo he tenido trabajos basura, y vendería mi cabellera si con ello obtuviera algún ingreso…debo considerarme fracasada…:fracasada y vieja, porque parece que lo que palia en cierta medida el horror de empezar a envejecer, es precisamente el haberse labrado una posición laboral, de la que yo, como muchas mujeres en la treintena con sobrada formación, carezco. Así que sin este consuelo de la independencia, la propiedad y el trabajo… ¿mejor nos colgamos de una soga..?
     También me hace mucha gracia que sus advertencias sean del tipo “cuidado con las metas que hacen que cualquiera se sienta un fracaso, como <conoceré al hombre perfecto y nos casaremos>” , olé, eso sí que es una meta, sí señor…y no, no es una actitud veinteañera para nada…no, no, es de una madurez apabullante…jojojojojojo...
     Después de jartarme a reír un ratito y deprimirme otro, he de decir que sí que hay cosas curiosas en nuestro modo de afrontar el paso de los años y en cómo interpretamos ciertas edades desde ciertas otras. Cuando conocí a mis cuñadas, a eso de los veinte añitos, la de treinta me parecía una mujer asentada en su vida, con su casa estupenda, su bebé y su trabajo bien remunerado, y la de 40 una madre feliz ajena a los clichés sociales. Cualquiera de ambos destinos me parecía deseable, aunque no deseara ninguno de ellos para mí. Ahora que yo estoy en la treintena, los treinta me parecen algo más complicado que tener una casa bonita, un bebé rechonchete y una jornada laboral estable, así como en los cuarenta se me antoja bastante difícil una maternidad feliz y una vida plena al margen de los prejuicios sociales, por no hablar de la maternidad, las relaciones personales, el trabajo y el mantenimiento de la salud, la alegría y la vitalidad a los 50.
     Hace poco pensaba en lo curioso que resulta que a partir de la cuarentena una deja atrás el sufijo “era” por el más contundente “ona”; una pasa de ser veinteañera y treintañera para convertirse en cuarentona. ¿No suena como una losa cayendo sobre la arena? ¿o es que estamos tan imbuidos por el culto a la juventud que todo lo que escapa a las primeras décadas de la vida nos huele a rancio?
     A mí la verdad es que lo que me huele a rancio son todos estos estereotipos de lo que se supone que debemos ser, de aquello con lo que teóricamente nos debemos consolar y de cómo nuestra vida debe avanzar. Si se supone que artículos como éste están pensados para romper con estos prejuicios y hacernos sentir mejor…me parece que están muy lejos de cumplir su objetivo…puesto que más bien nos aleccionan sobre cómo las cosas y nuestras vidas deberían ser “hoy” por contraposición a cómo se consideraba que debían ser “antes”. En la época de mi abuela estabas perdida si a los treinta no tenías marido y un porrón de hijos que labraran cuantas más tierras mejor, en la de mi madre lo estabas si no conseguías anticonceptivos  que evitaran una familia demasiado extensa que mantener y educar con un solo sueldo, y en la mía parece ser que la perdición es llegar a la treintena sin una posición laboral que te permita ser independiente…y por lo visto, un piso con secadora… Pues menudo avance social…pppppppppffffffffff