Septiembre es un mes paradójico, por un lado está lleno de propósitos y “supuestas” energías renovadas para volver a la cotidianidad o emprender nuevos proyectos, pero por otro, reconozcámoslo, es un mes de bajón, un mes bastante depresivo en el que volver a la rutina, el trabajo y las luchas diarias, no ayuda precisamente a superar la progresiva falta de luz y temperatura (eso en el mejor de los casos, suponiendo que haya un trabajo al que volver…).
En teoría, no debería ser así. Septiembre es un mes bonito, los días aún son lo bastante largos como para disfrutar la vida al aire libre, las temperaturas dejan de ser estrictamente calurosas para devenir agradables y templadas. Si hay suerte… es de los meses menos lluviosos del año, menos incluso que Julio y Agosto, aunque esto varía mucho según latitudes, claro. La luz va tornando del amarillento estival a un rosa azulado que será cobrizo en Octubre. Aún quedan flores coloreando el paisaje y los capullos de las camelias empiezan a despuntar.
UUUuuuufffff, todo esto es muuuuuuy bonito, pero la realidad es que sobrevivir a Septiembre no es tarea fácil, sobre todo si no se puede optar por ninguno de los planes A, B o C:
- Por plan A entendemos estar de vacaciones, sin el agobiante calorreo de los meses precedentes, lo cual hace de éste el plan perfecto y mayormente deseable.
- Con plan B nos referimos a no haber gastado un céntimo en rebajas ni vacaciones, y disponer de una visa bien boyante para renovar el armario, el zapatero, el tocador o incluso el salón y la entrada (compras, compras, compras, en resumidas cuentas).
- Y el plan C no consiste en otra cosa que en una mezcla de seguir disfrutando de jornada continua, vivir cerca del mar o bien tener un ático urbano con terraza y que tus amigos no estén de vacaciones y quieran pasar contigo el trance de este mes tan bendito como maldito.
Sí, lo sé, ninguna de estas opciones es sencilla ni asequible para la mayoría de nosotros, pero nadie dijo que lo fuera…
Al fin y al cabo ya estamos a más de mitad de mes, y Octubre ya son palabras mayores...
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