La verdad es que llevaba años resistiéndome a las botas de agua. Recuerdo haber tenido algunas de pequeña, y recuerdo que me gustaban porque te dejaban saltar en los charcos con ellas. Pero estéticamente... seamos sinceros... son un horror. Son botas de regar y de pescar, feas como ellas solas, pensadas para eso, para meterse en el fango y no para dar un paseo o ir al súper. Sin embargo... el destino me avisó...
Y como yo no soy quién para contradecir al destino... menos aún si es en forma de mensaje de galleta china de la suerte... pues al final he caído en este par de botas de agua, que lo cierto es que me van a venir muy bien por antiestéticas que sean, y que dan un poco el pego con esos cordones morados tan monos.
Ayer las estrené porque el tiempo se puso morrocotudo durante el fin de semana, y hoy ya comienza oficialmente mi cuenta atrás... sólo me quedan diez días aquí, y empiezo a tener esa sensación de que debo aprovechar para ver lo que me dejo sin visitar, al mismo tiempo que una especie de cansancio por sobredosis de novedad y muchas...muchas ganas de volver a casa, a donde de verdad me siento en casa.
¡¡¡FELIZ LUNES!!!
Pues yo también me había negado siempre, pero este invierno igual me compro unas hunter. Yo qué sé. Será la edad...
ResponderEliminarBesos.
La edad... la resignación... que de tanto verlas ya no nos parecen tan feas... a saber... Pero la verdad es que cómodas son un rato, y con lo que llueve por el norte...
ResponderEliminarMe esperada unos zapatos más bonitos, después de esa suerte, jajajajaja.
ResponderEliminarPues yo también Pau... pero era sábado a las 19:55... los de lacitos no me habían terminado de convencer y no había visto otros más monos... pero tenía que comprar algo dentro de la semanaaaaaaaaaaaaaaaa :P
ResponderEliminarquién sabe... a lo mejor no son los más bonitos, pero me traen ¡¡suerte!!