Hace algunas semanas que probé los ñoquis por primera vez. Había oído hacía mucho sobre ellos, me sonaba cómo eran y de qué estaban hechos, pero no habíamos coincido en ninguna carta, mesa, supermercado o circunstancia vital.
No es que me parecieran espectaculares, pero en cuanto los probé pensé que no debía de ser nada difícil hacerlos en casa, y que quedarían muy resultones y serían muy socorridos con cualquier salsa. La cosa fue más o menos así:CH: ¿En serio nunca has comido ñoquis?
Lu: No... creo que no...
CH:Pues eso es que no has comido en mi casa mucho porque... siempre hay ñoquis, comemos millones de ñoquis, montañas de ñoquis, pilas de ñoquis... (típicas exageraciones de CH)
Lu: ¿Ah sí..? ¿Y cómo se hacen?
CH: Súper fácil, igual que la pasta, pero se cuecen antes, en un minuto...¡menos! en medio minuto... nada... en dos segundos... (típicas exageraciónes de CH)
Lu: ¿Pero de qué están hechos? ¿se hacen con patata, no?
CH: Ehhhh... bueno... no sé, de patata creo sí... de... eroski... jajaja... yo es que los compro en paquetes, pero claro... tú seguro que te pones y los haces con la masa y todo eso...
Lu: Mmmmmm... sí...
Y hasta hoy...
INGREDIENTES:
- 3 patatas medianas
- 1 huevo
- harina
- sal
- pimienta
- nuez moscada
Primero cocemos las patatas, las dejamos enfriar, las pelamos y las pasamos por el pasapurés o las prensamos (aunque con el pasapurés siempre queda mejor, más homogéneo). Encima del puré cascamos un huevo, añadimos sal, pimienta y nuez moscada al gusto. Mezclamos bien y vamos agregando harina.
La cantidad de harina no es exacta porque depende mucho de la humedad de la patata, pero es ir agregando poco a poco hasta que la masa no se pegue y quede homogénea. Debe poder trabajarse bien sobre la encimera, ligeramente enharinada, sin pegarse ni romperse. Es fácil, basta con un puñado de harina y enseguida se ve que tiene la consistencia necesaria. Es una masa muy gustosa, tipo a la de las pastas de té pero mucho más blandita.
Se van cogiendo trozos del tamaño de un puño y se estiran formando un cilindro que se corta en porciones de algo más de un centímetro.
Se aplastan con cuidado con un tenedor para hacerles las típicas acanaladuras de ñoqui. Hay un aparatejo para hacerlo en plan más profesional, pero a mí me mola que queden imperfectos, les da un rollo casero interesante...jeje.
Se enharinan un poquito para pasarlos de la encimera al plato o al recipiente que utilicemos (sin que se toquen unos a otros) y listos para la olla.
Con estas cantidades a mí me han salido dos platos hermosos, y como son bastante contundentes y sólo somos dos, uno ha ido a la olla y otro al congelador (veremos qué tal sobreviven al 26 bajo cero...)
Cocerlos es muy sencillo, se van echando al agua hirviendo, y en cuanto suben a la superficie y se quedan flotando, significa que ya están hechos. Se van sacando con una espumadera y se sirven cuanto antes.
Yo les he puesto una salsa casera de tomate con calabacín y albahaca fresca, y la verdad es que estaban bien buenos. Lástima que no tuviera nada de queso para rallar...
Ñaaaaaam, ñaaaam, ñaaaaaaaaaaaaaaam...