Sí...eso que pocos conocen. Eso de lo que nadie se percata porque está demasiado concentrado en sí mismo. Eso que se pierde por momentos en nuestra sociedad si es que alguna vez se tuvo. Eso que, sobre todo los más jóvenes y los más viejos, se pasan tranquilamente por el forro..., los unos porque consideran que están en edad de disfrutar y los otros porque consideran que a quien hay que respetar es a sus canas.
Era lo que más temíamos desde que llegamos a esta casa no hace todavía dos meses. Y este fin de semana, ante nuestro estupor y desesperanza... ocurrió.
No tenemos vecinos arriba, ni a izquierda, ni a derecha, y ése es el motivo principal por el que elegimos esta casa. Sólo vive alguien debajo, realmente dos plantas por debajo de nosotros, y es la casera, primera interesada en que vivamos a gusto y tranquilos.
Pero claro, no estamos perdidos en medio de un monte (que ojalá nos lo hubiéramos podido permitir...), sino en una zona residencial con casas alrededor, y los vecinos , aunque distan unos metros de nosotros, tienen su jardín y su piscina, además de un hijo con las hormonas alteradas y las neuronas haciendo eco en su materia gris... Ya se intuye la cosa ¿no..?
El niñato de turno invitó el viernes a su pandilla a tomar unos tragos en el porche, con su musicota ambientando a toda la urbanización, junto a sus voces, chillidos (¿por qué gritan tanto los adolescentes?) y grititos varios. Hasta la una de la madrugada estuvieron dando por saco, sin nadie que se quejara (al menos que sepamos) ni que hiciera nada al respecto.
A la mañana siguiente su madre pidió disculpas, así que pensamos aliviados que había sido algo puntual, puesto que los padres no estaban allí para meterlos en vereda. Pero cuál no fue nuestra sorpresa cuando llegamos ayer a casa y nos encontramos con el mismo pastel, con el agravante de que era domingo víspera de laborable (aunque los sábados son laborables también para muchísima gente) y de que los padres estaban allí mismo, en el salón de la casa, tranquilamente repantingados en el sofá...
Obviamente, pasadas las once hubo toque de atención, que sólo sirvió para que quitaran la música y siguieran armándola parda, subiendo el tono de voz en proporción a lo que subía su nivel de alcohol en sangre... hasta pasadas las doce y media y con meada en la farola de despedida...
De verdad.... ¿qué pasa en la sociedad? ¿cómo es posible que dos adultos permitan que su hijo moleste a todo un vecindario con total alevosía sólo para que el niño pase un buen rato?
Yo de mayor quería ser como ZP... optimista antropológica de ésas... pero los hechos puros y duros y la experiencia que voy acumulando con los años, me alejan mucho de eso, muuuuuuuuucho...
Podría poner mil millones de ejemplos más que todos conocemos y padecemos a diario, desde las conversaciones de móvil a voz en grito en un vagón de tren o las musiquitas de las gameboys en un restaurante, hasta las avalanchas entrando sin dejar salir o los escupitajos a ras de tu zapato, por no hablar de los dichosos home cinemas reventando tabiques... pero supongo que es hacerse sangre para nada...
Mis padres, en un pueblecillo bastante perdido, tienen un vecino que, en cuanto llega el buen tiempo: ¡¡¡ saca los altavoces a la terraza!!! El notas se pasa el verano pinchando temazos para medio pueblo, y encima se sentirá súper orgulloso por el servicio prestado a la comunidad... porque al fin y al cabo...eso sí que es ser un vecino enrollado eh...
En serio me pregunto cómo hace esta gente para gestionar tan mal la neurona que les queda....
Sólo espero... por favor, por favor, por favoooooooooooooooor, virgencita de la piedad y del socorro, que esto no se repita y termine en guerra vecinal, porque yo no tengo fuerzas ni ánimos para más guerras que la mía propia, pero mi terraza está encima de su jardín, y tanto la ley municipal como la ley de la gravedad... están de mi parte...
Jejeje. Sobre todo la ley de la gravedad...
ResponderEliminarBesos.
Jajajajaja... sí... espero no acabar arrojando todo lo que se me pasó por la cabeza este fin de semana, pero como no vayamos por las buenas...ay, ay, ay..¡¡qué dios nos coja confesaooosss!!
ResponderEliminarTe acompaño en el sentimiento.
ResponderEliminarMi vecino de arriba tiene una bateria (y 2 bebés) y no veas el porculo que da!!
Pues lo de los bebés, aunque está claro que hay modos y modos, es algo, más o menos inevitable y nos tenemos que aguantar,al fin y al cabo los pobres no tienen culpa. Pero lo de la batería, como lo de las fiestas, teles, músicas, voces...etc., son conductas perfectamente evitables por todos. Así que ahí no hay perdón que valga...
ResponderEliminarVete preparando la artillería.
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