Ayer volví a las aulas, y a partir de ahora las pisaré cada día, cada tarde. Me sentaré en uno de estos pupitres y me pondré las pilas de aquí al próximo Octubre. Trece meses de curro académico por delante, de curro del duro, del cansino...
No podré dedicar tanto tiempo a los fogones, al bricolage casero, a la lectura, al blog... aunque a veces ocurre que cuanto menos tiempo tenemos, mejor nos organizamos y más cosas nos da tiempo a hacer.
Hace bastante que no tengo un horario fijo, que no hago cada día un trayecto largo de transporte público, que no tengo una ocupación tan absorbente... así que sobre la marcha veré cómo me arreglo.
La sensación de volver a un campus es extraña. Aunque no es la Facultad en la que estudié, todas las Facultades de todas las universidades se parecen. Los grupos de estudiantes tumbados en el césped, charlando en las esquinas, comiendo en un tupper en alguna mesa... Me pareció como un dejavú, como estar viviendo algo por lo que ya había pasado y que no me tocaba vivir otra vez. Pero en cuanto subí a la última planta, a un aula pequeña, y me vi rodeada sólo por media docena de compañeros mucho más próximos a mi edad de lo que yo había esperado, la sensación cambió enseguida...
Ahora falta el contacto con los profesores, con las materias... ir haciendo rodaje para volver a coger la dinámica académica de hace diez años (bbbbffffffff...) y ver cómo encaja eso en mi vida de hoy, que ya no es la de una estudiante veinteañera...
Además tengo que rematar como es debido la temporada del bonito, seguir con mi recolecta de moras y mi mermeladeo, lanzarme a por higos y a por setas... volver a hacer algo de deporte, retomar las clases de francés... y lo que se vaya terciando.
Pues bienvenida, encantada de leerte de nuevo y que tu rentrée sea estupenda.
ResponderEliminarSaludos.
A por ello...
ResponderEliminarFeliz regreso a las aulas.
¡¡Gracias!! Espero poder seguir con el blog...pero a ver...
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