Los primeros días siempre son los peores... No sabes bien cómo llegar, qué te espera allí... no sabes cómo actuar, no conoces a nadie... y en casos como el mío de ahora, te limita también la lengua.
En tu país, en tu entorno más o menos conocido, preguntas a cualquiera por la calle, en una tienda, en un kiosko... Yo me perdí nada más salir... crucé el aparcamiento equivocado y caminé casi diez minutos en sentido totalmente contrario a la Facultad. Casas y más casas y sólo una parada de bus donde esperaban chavales de un liceo. Al final pregunté a un hombre que estaba abriendo su verja y me puso en dirección al campus. Pero una vez dentro del campus la cosa no fue mucho mejor... pasé por delante de varias facultades y edificios pero no daba ni a tiros con la mía, y venga caminos de grava y jardines (con conejitos y todo) pero ni rastro de alma humana, y ya me empecé a poner nerviosa, iba tarde, como quince minutos y mi grupo ya no estaría en la entrada, se abrían metido en algún aula y a ver cómo les encontraba. Por suerte vi una señora con pinta de profe, muy paja, que me acercó casi a la puerta. Una de las monitoras me estaba esperando y aún faltaba alguien más...por lo menos no era la úlllltima de todos (la española llegando tarde...aaajjjjj), así que respiré, pero me duró bien poco. Nada más entrar al aula me topé con treinta y tantas caritas juveniles y asutadillas, estaban pasando ya el test de nivel y la verdad es que, para qué negarlo, se me cayó un poco el alma a los pies... parecían mis alumnos y yo la profesora, pero es que las profesoras tampoco me pasaban la edad...si acaso andaban ahí-ahí.
Lo peor, sin embargo, vino en el descanso, después de las entrevistas orales, cuando me vi con ellos en el vestíbulo... hablando en quince o veinte acentos de inglés yankie (sorry....jajajaj) diferentes, sin saber qué decirles... Despúes de una visita por el campus que nos dejó a todos hambrientos y con los pies molidos, comí con un grupillo en el que encontré hueco en la mesa y en seguida me di cuenta de que todos estaban igual que yo, o peor... Ninguno se conocía de antes, cada uno venía de un Estado que es casi como un país diferente, y para muchos era la primera vez que viajaban tan lejos de casa e incluso que cogían un avión. En el fondo estaban más asustados y desorientados que yo, mucho más hundidos en lo desconocido y... la mayoría son taaaaan jovencitos, que casi me hicieron sentir ternura.
Para el final del día mis sensaciones ya habían cambiado bastante. Tenía mi horario, estaba en el grupo más alto de francés y confiaba en que la conexión a internet marchara al llegar a casa para poder contar todo esto a los míos y descansar de la tensión del primer día.
Lo de internet no lo conseguí hasta un par de días más tarde, y lo de descansar...con la almohada-saco-piedras y el colchón de espuma de medio palmo de grosor... como que tampoco.
Pero, con todo, tiene que ser genial volver a la universidad, y volver a empezar...
ResponderEliminarBesos.
Tiene su punto sí... y al final todas estas cosas te curten y luego son recuerdos inolvidables. Aunque sean períodos cortos, en la memoria parecen larguísimos porque están llenos de actvidades, de anécdotas... Al principio siempre es más durillo, pero suele tener su contrapartida.
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