Será, digo yo..., porque ella no tiene esta temperatura en la cocina desde finales de Octubre cuando se dispone a desayunar...
A pesar de lo cual, mientras no llueva (ni nieve), y con la esperanza de abandonar esta casa-nevera en un par de meses largos aún..., yo feliz cual perdiz, que eso de poder calzarme zapatos de ante y no llevar el paraguas al hombro (que lo llevo con correa como los niños, que si no lo pierdo...) es un lujo que me parece hasta primaveral.
¡¡¡FELIZ MARTES!!!
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