Sólo llevo dos semanas y ya empiezo a engrosar mi lista de echares de menos. Mi playa, mi bahía, mi casa y mi cotidianidad las extraño desde el primer día, pero son cosas que añoro de un modo distinto. Lo del pescado, por ejemplo, que lo dejo para protagonizar otra entrada, es la primera cosa que, en quince días, ha pasado ya de añoranza a necesidad. Lo echo en falta no sólo psicológicamente, como a mi casa o a mi playa, sino físicamente... el cuerpo me pide mejillones, merluza, gambas, una lubina al horno o unos txipirones en su tinta... algo impensable aquí... ainnnsssssssss...
Así que, de momento, me quedo con lo que sí tengo, que son los biergärten: cervecerías al aire libre, con mesas de madera o bancos corridos, donde puedes llevar tu propia comida y degustar únicamente su cerveza, o pedir salchichas, codillo, patatas... y esas típicas variedades germanas nada calóricas... junto con la bebida nacional.
En éste tan bonito del pueblo vecino estuvimos tomando un refrigerio el domingo. A hora española en la que no había casi nadie... jeje...
¿No es lo mejor del verano poder comer al aire libre?
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