lunes, 15 de octubre de 2012

EL CANSANCIO y "LA GENERACIÓN PERDIDA"

     Durante este puente he estado viendo bastantes cosas, digamos que recuperando un poco el tiempo perdido. El perdido voluntariamente porque no tengo ánimo ni ganas de prestar atención a mi alrededor, y el perdido involuntariamente por estar lejos de lo que normalmente me rodea. 
     Me gustan mucho los documentales, y soy feliz desde que puedo verlos a la carta en la mayoría de las webs de las cadenas de televisión. El sábado vi éste y me generó un montón de sentimientos, me trajo algunos recuerdos y me hizo pensar mucho. 
     A los seis o siete minutos de documental, con el testimonio de una madre soltera de treinta años que es trabajadora social en paro, se me empezaron ya a caer los lagrimones, porque no pude sentirme más identificada cuando dice estar "cansada"... después vi los pasillos de mi facultad, los tablones donde miraba las notas, las mesas donde me comía mi tupper frío porque el microondas estaba en el edificio de Historia y no me daba tiempo a bajar... y claro... ya no pude parar... 
     Yo procedo de una familia humilde, que es el eufemismo para no decir pobre, donde no me faltó qué comer ni qué vestir, y tampoco muñecas que compartir con mis tres hermanas, pero donde los libros de texto podían perfectamente llegar a final de noviembre o donde los días de excursión te quedabas en casa porque no se podía pagar el autobús. Cada curso del instituto vendía los libros usados del anterior para poder comprarme los del siguiente, así que no podía subrayarlos ni marcarlos más que con lápiz, y recuerdo algunas ampollas de borrado... No lo digo con resentimiento ni con pena, muy al contrario, a mí me hacen gracia estos recuerdos, me gustan, porque me han conformado como soy. 
     Para ir a la universidad a estudiar una carrera sin salida... tuve que buscarme la vida, hacer primero un módulo (como los hijos de los pobres debíamos hacer) y trabajar, pedir becas, compartir habitaciones que prefiero no recordar, y comer de tupper un día y de bocata el siguiente. Dejé mi cuidad natal por amor y tuve que terminar la carrera a distancia, con mucho esfuerzo y frustración, con muchas horas de biblioteca clavadas en el culo y otras tantas de probadores y mostradores en la planta de mis pies. Sola, sin ninguna ayuda, con la única compañía del amor por lo que estudiaba, la ilusión, y el convencimiento de estar labrándome un futuro. 
     Con mi licenciatura debajo del brazo, pero sin orlas, birretes, ni dispendios similares, me saqué el curso de aptitud del profesorado (ahora máster), que me costó mi trabajo a tiempo completo en una tienda, porque no quise amañar las prácticas. En los últimos diez años no he faltado uno solo a las aulas de la escuela oficial de idiomas, donde he pasado del alemán al inglés y ahora al francés. Me he presentado dos veces a oposiciones, obteniendo una excelente calificación la segunda de ellas, pero que sumada a mis cero puntos de experiencia previa, me han dejado por debajo de muchos que no sacaron ni la mitad de nota que yo.
     De esto hace ya más de dos años, en los que también he asistido a cursos, de los del INEM con prácticas no remuneradas, de los que suman puntos para las próximas oposiciones (si es que las hay...), y de los que organizan en el museo de mi ciudad por auténtico amor al arte... 
     Al igual que la chica del documental, formo parte de los dos millones y medio de parados menores de treinta y cinco años que hay actualmente en nuestro país. Y la palabra que mejor lo define absolutamente todo es "cansada".
    Estoy cansada de esforzarme para no obtener nada, cansada de ver cómo a mi alrededor  triunfa la ineptitud y la necedad, de comprobar cómo el amiguismo y el politiqueo son el medio para salvarse el culo (el de uno mismo, claro está), y cansada de tener que aguantar reproches y críticas de por qué no he hecho esto o hago lo otro o lo de más allá... 
     Yo no he hecho las cosas mal. He hecho muchas cosas y la mayoría muy bien, he cometido algunos errores pero volvería a repetir casi todas las cosas que hice. Volvería a estudiar una carrera que me gusta. Volvería a poner cafés y limpiar retretes para pagarla. Volvería a aprender idiomas y aventurarme al país de origen. Volvería a priorizar el amor y a las personas por encima del currículum y la ambición. Pero no volvería a estar en paro si otros también hubieran hecho bien las cosas, en lugar de llenarse los bolsillos y pensar sólo en su beneficio personal (con bastante estrechez de miras...por cierto)
     No estoy enfadada con el mundo, ni desesperada, ni con ganas de abandonarlo todo. Aún me quedan energías, "algo" de ilusión y un poquito de esperanza, pero es cierto que estoy cansada y que, de algún modo, me siento engañada: porque a mí me vendieron que el esfuerzo daba frutos, y yo al mío por más que lo riego... no crece nada de nada... 
     Me quedo con las palabras de Sampedro, pensando que no somos la generación perdida sino más bien la generación gusano, sólo que no tengo tan claro que esté en nosotros el llegar a mariposa... rodeados como estamos, de tantísimo capullo... 

¡¡¡FELIZ COMIENZO DE SEMANA!!!

4 comentarios:

  1. Vaya, menuda tristeza me produce todo esto. Es verdad que están las cosas muy difíciles para el que trabaja y se prepara y fáciles para el que tiene padrino, y es duro que sea así.

    Besos y ánimos.

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  2. Hola monina,

    leer tu entrada en el blog es como una punzada......ví el documental hace tiempo, y también fue algo desgarrador, pero en lo más profundo de mi ser intento no sucumbir al desasosiego y a la mugre de la angustia. Me contento pensando que nunca me faltará un plato de comida, un techo, y el cariño de la gente que me rodea......sobre todo esto último, lo es TODO......aun así hay días que se me olvida y sucumbo.......pero no, me repito a mí misma, tenemos que seguir dando gracias, siempre (por muy espiritualoide que suene esto), por ese plato de comida, por ese techo y por la gente que tenemos y que nos quiere de verdad. Lo contrario es no vivir, o mejor dicho, no aprovechar la vida que nos ha tocado, tal y como nos viene, con sus luces y sus sombras. Aunque las sombras, a veces de hecho, nos engullan. Pero no hay que temer a las sombras, ellas sólo indican que una fuente de luz está cerca. Ve hacia la luz, Lucy, tu nombre significa eso. Luce como tú sabes, no dejes que las sombras te rentengan, no te quedes ahí, ni las alimentes.

    Y para todo lo demás, coges el teléfono y me llamas, bazurita

    Un abrazo neska polite

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  3. Aunque el p... mundo no lo sabe aún, eres la mejor.
    Si en muchas de las escuelas y colegios de este p...
    país de corruptos hubieran más profesoras/es como tú el mundo iría mucho mejor.
    Nosotros egoistamente te tenemos a tiempo total, todo un lujo.
    Besos

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