jueves, 16 de mayo de 2013

MUDANZA QUE TE CRIÓ

     Hace unos días, una compañera de francés me dijo que había leído que el estrés provocado por una mudanza era equiparable al producido por la muerte de un ser querido. La verdad es que en ese momento me pareció una exageración, pero ahora mismo... no sé qué pensar...
     Nadie que no haya pasado por ello, sabe de lo que hablo, porque uno puede creer que se lo imagina pero, en este caso, la realidad supera con creces la ficción. No me refiero a irte de casa de tus padres , a cambiar de piso compartido o a irte a vivir con tu noviete o novieta, con tus enseres en cuatro cajas y tu ropa en un par de maletas... No. 
     A lo que yo me refiero, es a desmontar una casa al completo, a mover tus muebles a brazo (nada de empresas de mudanza que cobran frioleras de más de cuatro cifras...),  incluidos sofá, camas, colchones, cómodas, librerias... y a cargarlos en el furgón de un amigo para volver a subirlos con tus manitas escaleras arriba. Me refiero a llenar, transportar, vaciar y recolocar más de un centenar de cajas, y a hacer docenas de viajes con maletas llenas para vaciarlas en el nuevo hogar y regresar al viejo con ellas a repetir la operación... una vez y otra, y otra, y otra... 
     Yo llevo ya tres semanas en proceso de mudanza, y sólo cuatro días en mi nuevo hogar, casi me he acostumbrado a buscar entre las cajas lo que necesito en cada momento y estoy tan abrumada por las montañas de cosas que me rodean, que no sé por dónde empezar, porque el caos es tal, ahora que ya (por fiiiiiiiinnnnnnn) lo tengo todo aquí, que estoy como paralizada....
     Sé que no pueden decir otra cosa, y que lo hacen con toda la buena intención del mundo, pero me parto de la risa cuando la gente me suelta que "tranquila, con calma, que poco a poco..." me gustaría verles en mi lugar... a ver cuánta calma podrían albergar ellos... jejejeje... 
     En mi caso, al estrés por organizar la nueva casa, se suma la paliza de limpieza de la casa que dejo, cuyas llaves entregué ayer como si fueran una losa de doscientos kilos. Al vivir de alquiler, si no quieres perder la  fianza que depositaste, de la que van a intentar rascuñarte hasta el más mínimo céntimo, tienes que dejarlo todo como la mismísima patena y reparar cualquier pequeño desperfecto que puedan reclamarte... 
     Sólo diré que llevo un colocón de amoniaco y lejía que no sé por dónde ando... y que hasta dentro de un par de meses no creo que vuelva a sentir mis riñones... 
     Digo adiós a darme cabezazos contra  la viga, pero también a mi pequeño búnker refugio y a mis "vistas al mar"...
          A pesar de que el cambio es, sin duda, a mejor, siempre da un poco de penilla despedirte de un sitio que ha sido tu hogar, más teniendo en cuenta que hacerte al nuevo lleva, por lo menos... un mes... y que el gas (es decir... una ducha calentita en condiciones...) tardará aún cinco o seis días.... 
Se acabó la vida TETRIS... (al menos por el momento...)

¡¡¡AU REVOIR!!!

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