miércoles, 13 de julio de 2011

EMAÚS

     Un comienzo soberbio para un final anodino...al menos para mi gusto, claro. Magistral la descripción de atmósferas, sentimientos y contextos, especialmente las diferencias de "clases", "estatus" o como lo queramos llamar, no ya únicamente en sentido económico, o sea, no solamente en cuanto a materialidad, sino en cuanto a actitud y posicionamiento ¿vital..?, vamos, sociales en toda la extensión de la palabra. Ésta me parece una de las cosas más difíciles de describir o explicar, y leyendo Emaús lo encuentro plasmado con una sencillez casi embriagadora. Me encantó esta parte del libro, probablemente más que todo el resto. El final me deja...muy a lo Baricco...sí, y no me hace tanta gracia. 
     Si este señor nos escribiera una novela "pura y dura", si diluyera un poco tanto lirismo y deshilara tanta densidad argumental...tendríamos un novelón de los que hacen historia, un Cien años de soledad, un Las uvas de la ira, un Anna Karenina...y una merlucy feliz :D ¿Que soy un poco pureta? ¿yo? Andaaa....

     "Si intento explicar la fractura de casta que nos separa de ellos, nada me parece más exacto que referirme a lo que los hace irremediablemente distintos y aparentemente superiores -el contar con destinos trágicos. Una cierta capacidad de destino y, en particular, de destinos trágicos. Mientras que nosotros, en cambio, lo correcto sería decir que no nos podemos permitir lo trágico, tal vez ni siquiera un destino -nuestros padres y nuestras madres dirían que no nos lo podemos permitir. Por eso tenemos tías en silla de ruedas debido a sobrevenidos ataques de apoplejía -babean educadamente y miran la televisión."
Alessandro Baricco, Emaús, pág. 30, Ed. Anagrama, 2011.

     "En alguna parte, y de alguna forma invisible, nuestras infelices familias nos han transmitido un irremediable instinto de creer que la vida es una experiencia inmensa. Cuanto más modesta ha sido cada una de las costumbres que nos han transmitido, tanto más profunda ha sido, cada día, su subterránea llamada a una ambición ilimitada -una espera de significado casi irracional. De este modo nos hemos aproximado al mundo, desde pequeños, con la intención precisa de restituirlo a su grandeza. Pretendemos que sea justo, noble, constante en su tendencia hacia lo mejor, e imparable en su camino de creación. El mundo exterior se nos presenta las más de las veces, como una tarea humillante, árida, inadecuada por completo a nuestras expectativas. En las vidas de los que no creen vemos la rutina de los condenados, y hasta en el menor de sus gestos percibimos la parodia de la humanidad con que soñamos."
Alessandro Baricco, Emaús, pág. 88, Ed. Anagrama, 2011.

4 comentarios:

  1. Ya sabes que tus "novelas de cabecera" para mi son demasiado densas. Sudé para acabarme "Las uvas de la ira", "Cien años de soledad" no me gustó demasiado y con "Anna Karenina" ni me atrevo...

    unai

    ResponderEliminar
  2. Sí, pero te encantó El conde de Montecristo, que mira que es ladrillaco también...aunque la Karenina sí es verdad que no te la recomendaría, tiene que gustarte un poco el rollo Madame Bobarie, y no te veo yo muy de ese palo, pero todo son momentos en la vida...igual a los 60 te haces un fanático de Tolstoi, a saber...

    ResponderEliminar
  3. Tb me he leido "Guerra y Paz"...y me costó Diós y ayuda...

    ResponderEliminar
  4. "El conde de Montecristo" es un ladrillo por tamaño, pero su lenguaje es ligero...y pasan cosas...

    ResponderEliminar