viernes, 6 de julio de 2012

DEL CROISSANT AL BREZEL...

Pues eso... en un abrir y cerrar de ojos (bueno, más bien en dos días mortíferos de autopista) he pasado del perfecto croissant francés al perfecto brezel bávaro... Cosas de la vida...
     Pero la verdad es que no voy a hablar ahora de las maravillosas cualidades de ninguno de ellos, eso me lo reservo para otra entrada en la que pueda poner fotos propias (la cámara se resistió a cruzar fronteras... pero llega hoy), sino de una idea mía que va a resultar tremendamente impopular, lo sé, y que tiene que ver con el mito de que viajar es la panacea de todos los males y una especie de sagrada bendición para la mente que se aventura allende los mares... 
     A mí, sinceramente, me parece que todo esto se ha ido un poco de madre, y que el turismo, muy lejos de ser esa "experiencia enriquecedora" de la que todo el mundo habla, se ha convertido en un producto de consumo más, como otro cualquiera. Uno consume la experiencia turística del mismo modo que consume un par de zapatos. No creo que nadie sea mejor persona, más justo, más inteligente, más audaz y, ni siquiera, más sabio, por haberse corrido medio mundo. Me da lo mismo si ha sido con una mochila al hombro o con una visa oro de hotel en hotel. 
     Ésta es la tercera vez que yo paso una temporada en el "extranjero" (lo entrecomillo porque, de hecho, estrictamente hablando, vivo en el extranjero, y no tan estrictamente, bastante lejos de donde crecí) y lo cierto es que no me siento mejor, ni más inteligente, ni más conocedora, ni más tolerante, ni más nada por haber pasado por estas experiencias que, no digo que no, estuvieron muy bien. Tampoco mi mente se ha abierto y ha visto la luz ni cosas por el estilo. 
     Sí...ya sabía que resultaría muy impopular... 
     Mi abuelo, hasta donde yo sé, nunca salió de España (aunque decía que en la guerra, cuando les venía la necesidad, cruzaban a Francia para...eso...para evacuar... jajajajajajajaaa). Vio el mar siendo bastante mayor, en un viaje organizado del imserso, y porque mi abuela se empeñaba en hacer esta clase de viajes todas las primaveras. De no ser por ella, mi abuelo, probablemente, habría pasado casi todo el tiempo en el pueblo, un pequeñísimo municipio de Toledo, rodeado de campas amarillentas, retamas y un riachuelo seco. Mi abuelo no era más tonto que yo, a pesar de que apenas sabia leer y escribir. No veía menos de lo que yo veo en los cielos estrellados de verano. No sentía menos sed, ni menos hambre, menos alegría, ni menos dolor. Además hacía unas escobas estupendas con las retamas, para barrer las cagarrutas que dejaban las cabras al paso por nuestra puerta. Desde luego que nunca probó un brezel ni divisó los Alpes desde la bici, pero comparado con hacer escobas de retama y pasar las noches al fresco bajo las estrellas y el canto de los grillos, eso es algo que, lo entiendan algunos o no..., carece totalmente de importancia... 

4 comentarios:

  1. Pues mira impopular o no, no podría estar más de acuerdo contigo.
    Aunque si hh hecho viajes en mi vida que me han abierto los ojos, o bueno, viajes que me han hecho crecer. Pero claro es lo que tiene marchar del lado de la mama, porque en realidad hubiera dado igual que me fuera a Londres,a Benidorm o a Pozuelo...

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    1. A mí el lugar donde uno está me parece muy importante, porque al final eres parte de donde estás, y el sitio al que, aunque sea por algún tiempo, perteneces, te "hace" de algún modo. Pero no estoy muy de acuerdo con que por irte quince días con la mochila al hombro y cuatro colegas, o por pasarte una semana en Bangladés... tu capacidad para entender el mundo y al ser humano vaya a ensancharse drásticamente de repente.

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  2. Muy buena tu reflexión. No sabría decirte. Yo creo que viajar puede arreglar un poquito a los muy obtusos de mente, a los que se creen el ombligo del mundo y que lo suyo es lo mejor. Pero es verdad que no será nada taaaan trascendente y definitivo como aseguran algunos.

    A mí me encanta viajar, no creo que eso me haga mejor, pero añade experiencias a mi vida.

    Besos.

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    1. Viajar está bien, a casi todos nos gusta, pero me parece a mí que para arreglar a los muy obtusos hace falta bastante más... eso si tienen arreglo, claro...jajaja...

      Lo que a mí no me gusta es en lo que se están convirtiendo los conceptos "viaje" "turismo" "vacaciones"... Antes era de paletos quedarse en el pueblo todo el verano, bailando las mismas canciones en la misma verbena, yendo al mismo bar todos los domingos y al mismo puesto ambulante de fruta todos los sábados. ¿Pero resulta que es muy "cool" y muy "moderno" ir todos como borreguitos a llenar hoteles y arrasar puestos de souvenirs? ¿Los chicos que, con catorce o quince años, ya conocen todas las capitales europeas, son más listos o más abiertos de mente que los de mi generación, cuyas vacaciones se limitaban prácticamente a pasar el verano en "el pueblo" con los abuelos? Yo creo que no, es más... cada día creo más lo contrario...

      ¡¡Gracias por comentar!!

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