Este
año ya tocaba el franchute…aunque debo admitir que la motivación es muuuuuuuuy
escasa.
Hace
años aprendí alemán con bastante gusto, no lo hablo ya con la fluidez de
aquellos días, pero aún lo chapurreo y, aunque me desespera comprobar el olvido
tan profundo en el que caen rápidamente mis neuronas, me agrada saber que, al
menos, recuerdan siempre lo básico. Lo de estudiar alemán no fue, al principio,
una elección plenamente voluntaria, sino que venía en el paquete de la
licenciatura. Sin embargo, una vez superados los créditos obligatorios, decidí que no quería tirar ese esfuerzo por la
borda y continué con cursos de alemán por puro amor al arte. Me gustaba conocer
una lengua que la mayoría desconocía, la lengua de Kant, de Marx, de
Schopenhauer… tenía su aquél, y encima tuve la suerte de poder practicarla in
situ.
Con el inglés la cosa siempre fue más forzada,
tuve profesores pésimos en el colegio y el instituto, y la clase de inglés me
producía un sopor solo comparable a la de física del Butanito… (qué hombre… por
dios… no se me ocurre nada menos pedagógico…) Pero con los años, estudio,
esfuerzo, muchas pelis enterándome de la misa la media y unos meses
de práctica made in USA, he logrado hablarlo bastante bien y tener la acreditación
bilingüe para impartir ética, ciudadanía e incluso filosofía, si durante este
milenio la consejería tiene a bien llamarme alguna vez…
De mi
lengua materna sólo puedo decir palabras pomposas y rimbombantes, porque la
amo, la adoro y casi diría que la venero… Me siento afortunada de haber crecido
y haberme desarrollado (porque digan lo que digan, uno piensa el mundo en su
lengua, vive en su lengua y, por lo tanto, “es” en su lengua), en una lengua
como el castellano que diferencia el verbo ser del estar (un poquito de… ¡¡¡por
favor!!!), que es casi infinita en sinonimia y cuyos intrincados senderos ortográficos
me ponen hasta de buen humor… ahhhhhhhhhhjajajjaaaaaaaaaa… ya he dicho que
sería pastosa y pedante, pero es lo que hay. Aún me pregunto cómo la RAE no
tiene una aplicación para smartphones, porque yo ando con un vínculo como
acceso directo a la web y funciona fatal. Me encanta consultar palabras, verbos
irregulares, normas de acentuación y ser consciente de que puedo decir palabras como tenue, nimio,
necio, pertinaz, hilván, o exiguo… Si no es un privilegio hablar esta lengua… que
baje dios y lo vea…
Pero lo
que ahora me toca es otra lengua latina que no me apetece nada, que nunca me
llamó en absoluto la atención, no por nada particular, sino porque me suena
ñoña, nasal, y a la que he estado dado largas un par de añitos. Como digo, no
tengo más motivación que la necesidad pura y dura (bueno… y la vergüenza que me
da pedir mal el pan todavía…). En mi experiencia, cuando las cosas se hacen por
necesidad y no por deseo… el resultado no suele ser el mejor… pero por algo se
empieza y, como dice mi abuela… no seas tonta que el roce ya hará el cariño…
jajajjaaaaaaa… Français
Bienvenue!!
¡¡¡FELIZ JUEVES!!!
Jajaja. Me gusta tu visión de nuestra lengua. Y sí, por mucho que algunos se empeñen en que eso no es así, somos nuestra lengua. Nos determina la manera de ser y de pensar.
ResponderEliminarEspero que lo tuyo con el francés sea al final una relación estable y duradera, ya que no ha sido un flechazo...
Besos.
Te gustará, ya verás.
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